A casi seis meses de la Copa del Mundo, este Uruguay de Ronald Araujo y Marcelo Bielsa parece no tener futuro. Peor, el futuro asoma negro y las expectativas, casi nulas. Lapidaria y tremenda derrota ante Estados Unidos en Tampa. El marcador final fue 5-1 . En media hora, los norteamericanos ya acumulaban tres goles de diferencia. Desaceleraron, pues en caso contrario pudo transformarse en la peor derrota en la historia de la selección uruguaya. En la memoria hay que ir hasta el 5-0 de Colombia en Barranquilla hace dos décadas, el 6-1 de Dinamarca en el Mundial 86, o el 5-1 de Brasil en 1979.
Este Uruguay anoche rozó el ridículo de su historia. Y además, la derrota es una más de un rosario de malas actuaciones desde la Copa América del verano del 2024 a nuestros días.
Bielsa se decidió por una alineación bien diferente a la del sábado pasado, en el soporífero 0-0 con México. Entre otros cambios, ingresó como titular Ronald Araujo en el centro de la zaga, junto al jugador de Nápoles, Mathias Olivera. Pero Uruguay fue una colección de desaciertos en el fondo, un golero frágil como Fiermarín, y una secuencia de pelotas divididas que siempre fueron de los norteamericanos. A los 30, los yanquis ya acumulaban tres conquistas, Sebastián Berhalter y dos de Alex Freeman. Era paseo.
Como perico por su casa, a poco del cierre del primer tiempo, Diego Luna ingresó al área celeste y clavó el cuarto gol. Ni el maquillaje que significó la media chilena de Giorgian de Arrascaeta para el descuento, suavizó la noche. Era 4-1 de los Estados Unidos en 45 minutos. Debacle.
Las variantes que señaló Bielsa para el complemento activaron una esperanza tan tenue como efímera. Sólo duró unos minutos. Para colmo de males, el exquisito, el más elegante en su fútbol, también se contagió. Rodrigo Bentancur fue con excesiva violencia a la marca, y marchó expulsado. El quinto gol de los anfitriones del próximo Mundial lo anotó Tessman y cerró la noche negra. En el contexto del desastre, Ronald Araujo jugó para el olvido.
El sueño americano no tiene buena pinta para Uruguay. Con una generación de futbolistas de menor nivel que la anterior, pero además, con un entrenador que a todos luces no les llega con el mensaje a los jugadores, el combo es perfecto para que todo salga mal. A esta altura, cualquier decisión es difícil, pero necesaria. O el entrenador cambia, o se debe cambiar al entrenador. Y el entrenador, Marcelo Bielsa, atado a sus más profundas convicciones, que rozan la testarudez, parece difícil que vaya a cambiar.