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El Atlético agotó todos sus milagros en París; este PSG hizo reinar la lógica en California

El Paris Saint Germain y el Atlético de Madrid se enfrentaron nuevamente en la primera jornada del Grupo B del Mundial de Clubes, siete meses después de su único encuentro oficial.

Entonces fue el equipo de Diego Pablo Simeone el que se había llevado el partido, en la Liga de Campeones, gracias a un postrero tanto que significó el 1-2 de Ángel Correa en el último minuto. En aquel choque disputado en el Parque de los Príncipes, Luis Enrique, preparador del conjunto galo, acabó completamente incrédulo. “No tengo palabras. Creo que, en los tres partidos que hemos jugado en nuestro estadio (Girona, PSV Eindhoven y Atlético de Madrid), hemos sido infinitamente superiores a nuestros adversarios y no hemos tenido suerte. Llevo 30 años en el fútbol y no consigo explicar esto. Es mala suerte. Hemos sido infinitamente superiores a nuestros adversarios”, comentó entonces el entrenador español.

Una circunstancia que había rememorado en la previa de este encuentro del Mundial de Clubes, disputado en California. “Jugamos contra ellos en un partido en nuestro campo en el que creo que fuimos muy superiores, pero perdimos. Esa es la grandeza del fútbol”, señalaba.

El asturiano había tomado buena nota de lo que pasó entonces en París. Es normal que acabase incrédulo, porque lo que se vio en el Rose Bowl, este domingo 15 de junio, fue, un poco, la segunda parte de lo que vivió en la capital francesa aquel 6 de noviembre de 2024. Entonces, el PSG remató en 22 ocasiones sobre la portería de un Jan Oblak, que se pegó una de esas noches milagrosas para mantener a los suyos en el partido, con ocho paradas clave.

Efectivamente, fue casi mágico que el Atlético se llevase aquel partido, con cuatro remates y un 28,7% de posesión. Aquel partido pasará a la historia del equipo colchonero, porque no son muchos los que pueden decir que ganaron al PSG, que luego sería campeón de Europa, en su propio estadio y en Champions. Pero lo de California fue completamente diferente, fue la imposición de la lógica futbolística que ya se había visto en París. Entonces, lo incoherente se impuso a lo previsible, pero siete meses después, este equipo francés es completamente diferente.

En noviembre, al Atlético le bastó una segunda parte en la que despertó, para darle la vuelta al partido. En Pasadena, ni siquiera. 

Entre la derrota del Parque de los Príncipes a la victoria en Estados Unidos, medió la transformación de un equipo que pareció que se quedaba fuera de las eliminatorias de la Champions, a otro que acabaría por ganar el torneo; y que ahora pisa fuerte en la pelea por el Mundial de Clubes.

LA TRANSFORMACIÓN DEL CAMPEÓN

Desde entonces, el PSG se convirtió en una máquina de marcar goles, con 2,28 de media por encuentro; en el que Dembélé por fin irrumpió con la fuerza de un candidato al Balón de Oro, con 28 goles y ocho asistencias; encontró una perla como un Doué, que dinamitó al Inter de Milán en la final de Champions; y firmó a un jugón como Kvaratskhelia clave en este nuevo equipo francés. 

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