Fue una eliminatoria de mínimos. No en cuestión de ocasiones generadas porque el Athletic hizo de sobra para no sufrir tanto ante el Rangers, pero sí con el acierto. No pudo abrir la lata hasta el descuento de la primera parte. Y lo hizo con un penalti que ni siquiera valió en Glasgow. El cuadro rojiblanco se encomendó a Maroan y a Sancet para derribar la muralla escocesa. El delantero generoso y el killer.
Solo lleva un gol el ex del Barakaldo, sin embargo realiza una labor encomiable. Los analistas rivales deben flipar si no le conocían. Al Rangers le ganó a base de fútbol británico. Jugó para sus compañeros, de hecho Sancet casi aprovechó una dejada de Maroan en el 8’ desde el primer palo. Taponaron su disparo, como sucedió poco después. Dos claras opciones.
Es una gozada para la segunda línea bilbaína disponer de un frontón como el gasteiztarra. Es como el Ogeta el tío. Te deja en ventaja cualquier pelota. Encontró a Berenguer, a Nico, otra vez a Sancet. Aunque todo se empezó a desequilibrar con un penalti que le hizo Souttar. Lekue avanzó, filtró en profundidad, Maroan tiró el desmarque, se anticipó y el central le atropelló. De nuevo un penalti, pero ahora estaba el de Mendillorri en el verde. Sigue siendo infalible. Su 17º gol del curso.
Tras el descanso varió algo la dinámica. Ahora los que tenían que atacar eran los visitantes. Maroan no dejó de correr y de echar un cable en área propia para defender la estrategia. Acabó fundido y sustituido por Guruzeta a falta de un cuarto de hora. Sancet apareció menos, pero hacía magia en cada contacto con el cuero. Había pánico en la zaga del Rangers con cada giro cerca del área. El segundo, eso sí, nació de la conexión entre De Marcos y Nico Williams. Momento en el que el 8 se fue al banquillo. El trabajo estaba hecho. El billete para semifinales ya estaba cerrado.
